El proyecto propone la revalorización de dos elementos arquitectónicos de distinto valor patrimonial: un primer bloque (A), construido en la década de 1930, de marcada longitud, que define el frente urbano hacia la avenida 24 de Mayo, y un segundo bloque (B), situado en la parte posterior del lote, edificado en la década de 1960 y de menor interés arquitectónico. Se plantea el rescate del vacío existente entre los bloques, un pasaje dentro de la manzana. La fuerza de este eje central y la tensión que genera entre los dos volúmenes existentes permiten una lectura del conjunto, en lugar de piezas aisladas en la parcela. Esta lectura de conjunto, determinada por la morfología urbana que lo conecta directamente con el centro histórico, es lo que se ha conservado. Así, se puede afirmar que, más que preservar los edificios existentes, se optó por mantener el vacío generado entre ellos. A partir de esta decisión, surgieron diversas estrategias de intervención en los dos volúmenes, basadas en el reconocimiento del estado actual de las edificaciones y las posibles contribuciones de cada bloque a la futura intervención: su valor arquitectónico, estructural, tipológico y funcional.